Scioli, una guerra de camarillas
Aunque Scioli diga que "hay lugar para todos", lo cierto es lo contrario.
De los 30 intendentes, 29 van por su reelección. La Casa Rosada le ha dado su guiño a Fernando Espinoza, actual intendente de La Matanza y delfín de Balestrini (candidato a vicegobernador), como “único candidato”. ”Ningún otro podría llevar la boleta colectora de votos encabezada por Cristina Kirchner presidente“ (La Nación, 2/9). Como resultado, le cortaron las alas a las aspiraciones del dirigente de Barrios de Pie Jorge Ceballos. “La confirmación de su desplazamiento cayó muy mal entre los demás dirigentes piqueteros” (ídem).
No es el único caso. ”El criterio general será que haya un solo candidato a intendente por el Frente para la Victoria", o sea del aparato del PJ. En otras palabras, quienes oficiarán de caballo de comisario son los viejos caudillos del distrito. Kirchner también bajó la orden de que en las listas seccionales para legisladores provinciales habrá una sola propuesta electoral, salvo en La Plata. Scioli y Balestrini serán los encargados de cerrar esa “unidad”. El mismo principio va a regir para la lista de diputados nacionales.
Esto constituye un golpe fenomenal para los D’Elía, los Pérsico, los Ceballos y los Depetris, que deberán contentarse con algún vuelto. Los gremialistas y los radicales K ya están anotados. La bancarrota de toda esta legión de piquetruchos, gremialistas e izquierdistas devenidos en funcionarios del gobierno queda a la vista. (Ahí tenemos a Barrios de Pie o la FTV apoyando a Posse, o a García, o a Costa en Escobar.)
Una crisis política en desarrollo
Ha quedado de manifiesto el fiasco de la “nueva política”, que reclama el kirchnerismo. Es un rejunte de caudillos y punteros. En los casos en que algunos kirchneristas jueguen de oposición en los municipios, su función será evitar la fuga de una parte de los votos y crear una falsa polarización. Este es el caso de Giacobe en Berazategui, el Barba Gutiérrez en Quilmes o Laborde en Avellaneda. Cristina podrá ganar las elecciones mediante esta alquimia, pero no podrá ahorrarse una crisis política.
Ya se puede constatar que Scioli está montando su propio aparato en la conformación del gabinete. Stornelli, designado como secretario de Seguridad, ya había sido tentado por el propio Macri. También irían Decibe y Roggero, macristas y menemistas. Balestrini no se ha quedado en el molde y ya ha adelantado en cada ministerio sus propios hombres. Todavía no han pasado por la prueba de las urnas y ya están sacándose los ojos.
La presencia de Stornelli es una fuerte señal de impunidad para la Bonaerense, que se queja de “las depuraciones infructuosas de la Policía Bonaerense” (La Nación, 25/8). Otros trascendidos señalan que Alberto Pérez, quien sería el próximo jefe de Gabinete, estaría trabajando en un proyecto de descentralización, que significaría transferir a los municipios ciertos gastos que hoy están a cargo de la Provincia. Vamos a un desfinanciamiento de la salud, la educación y otros servicios vitales con el pretexto de incentivar el control de los vecinos. Esto va unido a una transformación de la Dirección General de Rentas en un ente autónomo, lo cual sería la pantalla para privatizar el cobro de las deudas impositivas. Vamos a la persecución de los pequeños propietarios, incluida la amenaza de pérdida de su vivienda. Ni hablar del aumento de los impuestos, del cual ya tenemos un anticipo en Capital a través del ABL. Scioli está presionando para que Solá haga el trabajo sucio.
Solá mantiene un congelamiento salarial, pese a la inflación galopante. Esto ya ha desatado un reguero de conflictos, que encabezan los docentes, pero que se extiende a los estatales provinciales y municipales y abarca al personal de la salud médico y no médico.
El holgado triunfo electoral que se pronostica para Scioli no puede borrar esta realidad explosiva y menos aún la existencia de una crisis política en desarrollo. El programa de Scioli va a contramano de las enormes necesidades populares. La lucha por nuestra agenda, en oposición a la orientación social de los candidatos que representan al capital, pone a la orden del día la necesidad de oponerles una alternativa política desde el lado de los trabajadores. Bajo esta perspectiva, llamamos a apoyar las listas y candidatos del Partido Obrero.
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